lunes, 29 de mayo de 2023

El Masaje ético



Ya lo sé. No era ni fue un masaje erótico, o al menos ni empezó como tal.Ella vino al gabinete en un nivel de entrega que amé desde el principio.
Sus ojos claros brillaban reflejando la luz de las velas. Tenía pelo corto, enrulado y rubio oro. Piel blanca, muy blanca y suave, y algun que otro lunar que sólo algunes afortunades habrán podido ver alguna vez.
La invite a cambiarse mientras yo me retiraba pero, no me dio tiempo, se desnudó por completo y se acostó en la camilla boca abajo.
Su cuerpo era perfecto. Su cola, una manzana de geométrica perfeccion que invitaba al pecado.
Pero, éste, era un masaje californiano y no un masaje erótico. Donde me puedo permitir fluir hacia el erotismo junto a mi paciente dandole paso a otro tipo de placer. Se suponía, acá no podía pasar.

Mis manos derramaron el aceite y recorrieron su cuerpo durante casi dos hs a la par de suspiros y gemidos que, si bien nunca me sacaron de mi eje, despertaron todos mis ratones y fantasías. Quizás el hecho de saber que no estaba habilitada la genitalidad o el erotismo como tal, nos llevó a ambos a un terreno de morbo único.
La conexión fue total, ella exhalaba y yo inhalaba y viceversa.
Los brazos, las manos, los dedos danzaron sobre su piel erizada.
Sin saberlo, sin pensarlo, nos amamos tanto, que al finalizar no pudimos evitar abrazarnos, tan fuerte. Tan fuerte que no nos podiamos despegar. Estaba en el aire.
No hacia falta decir nada.


"Gracias", escucho suave en mi oído aún sin que me suelte.
"Gracias a vos", le respondí, muerto de ganas de un beso igual de intenso como lo que acababamos de vivir en un masaje.
Entonces, le di un beso suave pero apasionado en su mejilla, aun ruborizada.
Mientras me acariciaba la espalda y yo acariciaba la suya, me dió un beso húmedo en el cuello que me sacudió la estantería profesional al punto de sentir como caían algunos objetos.

Mis vellos en la nuca y espalda eyectaron hacia la nada misma. Un escalofrío de pasión y amor recorrió mi cuerpo. Uffff. Respire hondo y, lentamente nos soltamos, aunque ninguno quería hacerlo.
Ese dia hicimos el amor sin dar lugar a lo genital. Ese día, y ese momento, fue de los más eróticos de mi vida, y yo sé que de la suya también. Porque esos besos y esos abrazos fueron 100% auténticos.
Fue magia pura.


Y ambos lo acordamos hoy con una mueca pícara.
Algún día, quizás, nos animemos a más.
Pero, da miedo perder eso tan perfecto que supo ser ese masaje. No?
Algo hasta mucho más íntimo que si hubiésemos hecho el amor.

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