viernes, 13 de enero de 2012

La noche del bar!


La noche estaba hermosa.
Tomé el colectivo 34 en Pacífico, sobre la calle Oro y me bajé en Juan B. Justo a la altura de la calle Bahía Blanca, aproximadamente, tal y como habíamos quedado.

Caminé por la avenida hasta que vi el bar que me ella me dijo y que, claramente, por algo eligió para encontrarnos.

Mis nervios asomaban, inevitablemente, ante lo incierto de una cita a ciegas.

Entré timorato sin saber con qué me encontraría o cómo era. Levanté la vista, busqué entre las mesas apurado, para evitar que el mozo me venga a preguntar si esperaba a alguien o en qué mesa me quería sentar, y ahí estaba ella, sentada, en un sector con varias velas adornando la oscuridad de un rincón de este peculiar lugar. De aspecto muy cuidado y romántico. Ideal para una velada de amantes.

Las luces, tenues, apenas permitían ver la carta, así que pedimos un rico vino y algo para picar.

Recuerdo que había mesas en recovecos escondidos del resto, que ante mi mente lasciva daban lugar a la libre imaginación de lo que se podía hacer ahí.

Comenzamos a charlar por enésima vez, sólo que en esta ocasión y por primera, nos veíamos a la cara.

Por suerte, ninguno osó mentir en su descripción, pudiendo arruinar el encuentro, y ambos quedamos felices de conocernos.

Ella, madura, 20 años mayor que yo, de pelo ondulado, rubio ceniza, tez blanca y cuerpo medianamente delgado. Con una contextura opuesta a la mía que, con apenas 18 años, era muy delgado. De espalda marcada y cuerpo de quien entrena futbol, pero delgado. Como cuando el adolescente recién empieza a definir su contextura de hombre. Por el contrario, ella era de huesos más grandes, más mujer. Y eso un poco me aterraba y excitaba a la vez.

Por fin, todas las charlas telefónicas que habían antecedido a tal encuentro quedaron atrás. Era el momento de la verdad.

Las miradas comenzaron a profundizarse y la charla ya no era de presentación. Sino más bien de confirmación, La reunión, no habías sido en vano.

                       

La ansiedad, lógica ante una mujer con todas las letras y tan decidida, iba en aumento.

Puedo recordar mi sorpresa cuando mencionó que tenía una caja de preservativos de 12 unidades esperándome en su casa.

-"Podré? está loca? No será mucho? Capaz no soy tan hombre como espera y no pueda cumplir esas expectativas"- me decía a mí mismo mientras dejé de escucharla por un rato ante tanta duda y solo observaba, como atónito, el oscilar de sus labios que proseguían tiroteándome sus balas de lujuria desfachatada.

Seguimos conversando, seduciéndonos.

Mis vergüenzas y temores quedaron por fin de lado y nuestras manos comenzaron a rozarse lentamente mientras nos traían el vino deshinibidor. Las velas parecían consumirse con una velocidad mayor a la habitual.

Por debajo de la mesa ocurrían cosas que hasta el momento no había vivido. No por raras o poco habituales, sino porque a esa corta edad las mujeres que conocía no solían ser tan directas ni osadas. Era un sueño hecho realidad. Por fin no necesitaba pensar tanto qué decir o qué hacer para conquistar a alguien. Es más, creo que era yo el que estaba siendo conquistado.

Estaba clarísimo que también ella tenía sus nervios eh, siendo que la diferencia de edad era grande, que estábamos un poco expuestos y que de repente mi dedo índice era succionado a modo de fellatio por arriba del centro de mesa.

Los pies se rozaban, mi otra mano la acariciaba suavemente por debajo de la falda, pudimos sentir nuestros sexos latir, mojarse y endurecerse.

En un momento fuimos juntos corriendo al baño y nos besamos apasionadamente apoyados contra un rincón hasta que escuchamos unos pasos que subían por la escalera y cada uno entro al baño con el muñeco correspondiente.

La adrenalina multiplicaba la calentura, el qué dirán de la mujer con el pibe, la fantasía incumplida de encerrarse en el baño juntos recorrió nuestras mentes varias veces.

Fue una de esas noches más erótica, sensual y seductora de mi vida. Y de las más sexuales, aún sin concretar.

Alguna vez nos volvimos a ver, pero todo quedó en el erotismo y las fantasías de esa noche.

Una vez, en su casa, casi nos cruzamos con su hijo, que tenía mi edad, y ella decidió terminar con tal riesgo.

Lo entendí. Hablamos algunas veces más, pero guardaremos por siempre en nuestra memoria la calentura que recorrió nuestros cuerpos esa noche.

La noche del bar!




1 comentario:

  1. Me pasó algo similar pero envez de un bar la invite a cenar y pss estábamos en las bancas de un camellón cenando una hamburguesa cada uno y yo una newmix y ella una sky y paso en el tiempo rose mis pantorrilla con las de ella mientras hablaba x teléfono jugaba con su mano desocupada me pase ala banca donde ella estaba sentada y yo me senté x detrás de ella sintió que andaba algo caliente 🤭😋🤤👌👉💦💨🔥😍❤️movía sus caderas algo llendo y cachonda mente que le propuse ir a un hotel y no quiso x la hora que era nos fuimos a fuera dedicada en plena madrugada y la bese le empecé a meter mis manos en su vagina y ella me saco mi verga y me la empezó a succión con su boca y despues de un tiempo se paró y debajo su pantalón y su tanguita roja y me la mojo más de lo que estaba y se lo metió y volvió a hacrr esos movimientos de cadera hasta llegar el punto d hacerme venir en e

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