Recorrí su piel, toda, sus pómulos enrojecidos de calentura, sus labios húmedos, el mentón hasta su cuello. Amaba ver los vellos de su pancita inclinarse ante cada soplido del ventilador, aunque a veces aprovechaba y soplaba un poco yo, ahí por debajo del ombligo. Con las yemas los dedos de mi mano izquierda disfrute de sus p3zones suavemente.
Su mano inquieta buscaba mi se×o que ardía apretado dentro de mi boxer azul oscuro.
Bajé y bajé por su abdomen, su pubis, quité con su ayuda veloz su mini tanga de micro tul negra y afloro su vulv4 que latía para mí. Esa noche, con mis manos, descubrí lenta y suavemente resquicios de su cuerpo que aún no conocía. Primero por afuera, aún cerrados sus labios eran como la carpa del circo que esconde que adentro hay tremendo show. Rocé, toqué, acaricié esos labios externos y su ingle, la parte interna de sus muslos y aductores y volví a sus labios. Recuerdo mis dedos índice y mayor sentir cada detalle. Algún pelito que se negó a desaparecer tras el rasurado para la ocasión, el bultito que formaba el cl1tor1s escondido tras tan bello portal, todo. Pero casi sin querer emergieron sus deseos más empapados y mis dedos embadurnados de suspiros no temieron ir lentamente a más. Casi nunca introduje nada, fue todo muy superficial, del periné hasta el monte de Venus ida y vuelta con ligeros parates enderedor de su capullo, punto de placer orgásmico. Mis dedos patinaban como cuando hacía cvlo patín de niño en plaza Francia. Así, tal cual. Subía y me detenía en su capullo y me deslizaba cuál tobogán casi hasta su ano.
Por lo que sutilmente le dije al oído:
-"sh sh shhhhh, tranquila. Disfruta si te gusta, guíame si algo te molesta, pero disfrutá. Me gusta tocarte, me gusta verte gozar, no te preocupes por mi. Ya habrá oportunidad!!!"-.
Proseguí sintiendo sus labios internos bañados en su jugo de placer. En un momento, recuerdo, introduje levemente mi dedo mayor, rozando su esa pequeña nuez que hay allí adentro contra su monte de Venus y al sacarlo lo chupe viéndola a los ojos. Mmm ese sabor tan especial me dió una ganas de meterme de nariz entre sus piernas pero... Hoy el juego era otro. Repetí la secuencia y entre gemidos y suspiros está vez le hice chupar a ella mis dedos. Qué deleite verla chupar como si fuera mi gland3. Creo que hasta pude sentirlo ahí abajo.
Volví a repetir y me quedé, ésta vez, quiero allí. Con mi dedo mayor apenas dentro y el anular y el índice acariciando sus labios sutilmente. Mi dedo gordo, apoyado en su cl1toris solo atino a acompañar los movimientos.
Si, creo que el meñique se posó inofensivamente en su trasero que a esta altura estaba tan dilatado como duro estaba mi se×o de solo ver y sentir tal espectáculo . Que tentación!!!
Pasó el tiempo, se retorció como boa constrictora cuando tiene su presa a su merced, apretó sus piernas de igual modo y estranguló mi mano en un alarido inolvidable dejando mi dedo colorado y sin circulación adentro suyo inmerso en un mar de 0rgasmos y pasión desenfrenada. El sudor recorrió mi espalda, el ventilador la secó.
Suspiramos juntos y reímos acalorados.
Vieron que se puede hacer el amor de tantas formas? Ésta fue solo una, con mis dedos.
Y fue tan deliciosaaaa
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