lunes, 24 de julio de 2023

BDSM ¿Ocasional?

 

BDSM Ocasional?


Llegué a visitarte de ese trabajo aburrido que me vestía de traje y corbata y me recibiste sonriente. Sin mediar palabra nos fundimos en un beso humedo en ese asensor modernoso, pequeño y lleno de espejos. Me quitaste el cinturón mientras te arrodillaste ante ese bello reflejo deglutiste mi se*o empapandolo de tus ganas.
En ese momento, asumí un rol inconsulto, totalmente espontáneo.
Tomé el cinturón en mis manos y lo enrosqué tu cuello. No hizo falta que digas nada, soltaste por un instante mi falo para que pueda ubicar el mismo enderedor de ese hermoso y delicado espacio formado ente tu cabeza y tus hombros y continuaste tu deleite como si nada hubiera ocurrido. Tu lengua iba y venia, tus labios rodeaban mi turgencia y la succionaba a medida que apretaba esa hebilla. Totalmente rendida ante mi.
Las puertas se abrieron y nunca te detuviste. Cada tanto un tirón del cuero del cinto elevaba tu mirada hacia la mía. Era tarde y no había nadie en el pasillo, pues lo gateaste con correa y entramos al departamento que esperaba espectante.


                                              

Tome una silla del living y quite tu vestido. Nada llevabas puesto debajo.
De frente a la silla até tus manos con un pañuelo al respaldo. Vende tus ojos con mi corbata, y con tu vestido sujete tu cintura quedando tu cola expuesta y dispuesta.
Fue una noche de pocas palabras y mucha acción.
Fue increible verte la espalda y tus nalgas como latiendo, esperando. El cinturon que fue collar se convirtió en latigo y suavemente comence azotar ese trasero turgente.
Cada golpe un suspiro. Cada suspiro era pensar en qué seguía. Una palmada, una lengua recorriendo su espalda, mi miembro golpeando sus pómulos. Prendí un cigarro loco y mientras puse mi sex*o en su boca, fume. Terminé y le convidé. Los sentidos se potencian y el juego toma temperatura. Comence a hablarte, a decirte al oído cosas sucias. A entrar dentro tuyo desde atras mientras deglutías mis dedos. Hoy jugamos rudo. Los chirlos se mezclan con las caricias. Y mientras mis manos se graban en la piel de tus glúteos con una silueta colorada, te susurro suavemente : -"te gusta que te ahorquen?-".
-"Si, amo"- dijiste.
Y jugamos hasta el amanecer.




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