lunes, 18 de marzo de 2024

Cuando nadie me ve



Una tarde, un día como cualquier otro pero con una salvedad: hoy no están ellas. No estas ni siquiera vos. Mi mente se dirime entre aprovechar la soledad y dormir una siesta, leer lo que debo del libro de Tantra y jugar una PlayStation a ese tan amado pero postergado FIFA23, pero... Ganó la siesta.




Cierro la persiana, me quito la remera y el short y los dejo sobre la silla de la pc y las ojotas al lado de la cama.

Me acuesto, cierro los ojos y dispuesto a hacer lo que me propuse respiro profundo en busca de relajarme. Solo que, mi cuerpo y mi cerebro, no siempre están de acuerdo.

Cambio de planes.

Esperando. Soñando despierto, de repente te imagino. Algún recuerdo que se vuelve palpable y casi sin querer queriendo me encuentro agarrando mí sexo híper tieso que parece ya venía reclamando atención desde antes y yo no me había dado cuenta.

Si, admito que en ese momento te idealizo. Curvas, piel, aromas y sabores son aún más perfectos de lo que ya son. Bueh, quien es perfecto/a, no? Pero me refiero a que cuando es la imaginación la que juega, todo lo que ocurre, ocurre como uno quiere, todo ese momento es para uno mismo y ser egoísta no está mal.

Igual, más que lo físico, idealizo el momento, el encuentro. En esos momentos no me canso, no se me ablanda, no te duele ni me tengo que cuidar de acabar o de estar atento a vos. No es que no me importas o que abandone la empatía y el estar prestando atención a tu placer. Es que simplemente es todo perfecto, como en nuestras mejores noches (que por suerte son casi todas). Cuestión que puedo imaginar todo cual imagen reflejada en la pared por un proyector. O mejor aún porque esto no es una película, es como revivir la realidad más romántica.

                                

Todo eh! Cada detalle pasa por mi cabeza pero potenciado. Puedo sentir una gotita emergiendo de la punta de mi p3n3. Ma qué gotita? un gotón. Percibo el ritmo de nuestras agitadas respiraciones, tu pelo enredado entre los dedos de mi mano y hasta la sábana empapada. Todo, todo lo visualizo, todo casi que lo siento.

El único sonido real del momento es el de mi mano acariciándome y el de mis gemidos. Pero puedo escuchar también los tuyos de memoria y ver tu carita degenerada en las penumbras.

Ja!! No sé en qué momento pasó esto, pero aquí estoy. Con los vellos erizados de tu espalda desnuda desde la nuca hasta donde la cola pega el giro casi tangibles. El aire huele a sexo. Y la escena que imagino, aún más. Te juro que no estoy loco, que tengo los 5 sentidos recibiendo información tan real, pero tan real que, créeme, estás ahí conmigo.

Puedo ver tus ojos mirándome fijo mientras engullís mis gl4ande, pasas tu lengua por todo mi tronco y sujetas con firmeza mis testíkul0s. Puedo sentir un dedo atrevido metiéndose empapado entre mis glúte0s en busca de mi cola.

En ese momento mi mano derecha acelera el ritmo como lo haces vos cuando chupas y chupas caliente. Como cuando dos cables uno rojo y otro azul se tocan sin querer y no hay disyuntor que corte esa energía y saltan chispas para todos lados.

Puedo ver cómo te tocas vos también mientras se nota en tu cara las ganas de regalarme esa f3lación extrema pero, mi imaginación no se conforma con solamente eso y como por arte de magia aparece un juguete vibrador que tenemos y que pienso usar para volverte loca. No, no pares. Seguí haciéndome el amor con tu boca pero déjame también hacerlo a mí.
                                   

Así, con tus piernas abrazando mis orejas, tu vulv4 apretada contra mi cara y el pícaro juguete cobrando vida propia dentro tuyo, nos damos amor oral en simultáneo retorciéndonos de placer. Tengo tu sabor mezclado en mi saliva y tu cuerpo pegado sobre el mío. No puedo más, tus manos hacen magia en mis fantasías como lo hacen en la realidad y es mi mano quien lo interpreta a la perfección. Si me ves de afuera, estoy sólo en la cama, con el bóxer a la altura de las rodillas y mis manos se abusan de todo mí ser al son de ese particular ritmo parecido al golpeteo de un puño contra una mano abierta.

Si te sumergís en esta nebulosa de gozo imaginario, dos amantes forman un YIN YAN multicolor a punto de explotar como volcán en erupción.

Es en este momento en que puse saliva en mi mano y continué amándote, a vos, claro, más a mí también.

Jadeo, gimo, respiro y transpiro mientras el ritmo del golpeteo se acelera. Estoy ahí, cerquita, a segundos de llenarte la boca de mi s3m3n ardiente cuando algo interrumpe la escena. No sé qué fue pero abro un ojo y veo la habitación oscura y el espejo de al lado me devuelve la imagen de mí mismo. Debo confesar que en ese momento me avergüenza un poco mi propia cara de lujuria y placer. Ese es un momento que por lo general sólo podés disfrutar vos. Pero esta vez me vi y, sonriendo, volví a ese mágico 69. Tomo un poquito de aceite, siempre listo en la mesita de luz de un masajista, y me embadurno desde la cabecita hasta los huevos. Me toco, me acaricio, siento desde la panza hasta los muslos lubricados y me caliento aún más. Pero esto es mucho, la sensación física me sumerge en un orgasmo de otro mundo y me transporta de nuevo a vos. Conecto otra vez con la escena tantas veces repetida entre nosotros pero que ahora se da en el marco de la imaginación.

Recorre mi cuerpo y el tuyo, entonces, una cachetada eléctrica que nos sacude y hace temblar a la par como si metiéramos los dedos en el enchufe y, en simultaneo, puedo saborear un chorro vos en mis labios y mi lengua casi como el regalo perfecto que me pudiste dar en este mundo paralelo. Tu miel, espesa, caliente y dulce se tradujo inevitablemente en verte tragando y tragando hasta la última gota de mí, al menos en esa imaginaria escena. Y, dentro de esta solitaria habitación, en la expulsión de un chorro blanco y espeso de líquido cuyo primer envión llego hasta la almohada al lado de mí cara y consecutivamente el resto invadió mi abdomen e inundó mi ombligo de un incontenible alarido de pasión en soledad.

- "Ahhhhhhhhhhhh, Ahhhhh, uuuhhhh"-

Qué placer poder gritar un orgasmo asíiii!!! Sin nadie que pueda oírlo ni juzgarlo. Sin nadie que se entere de ese glorioso momento de auto amor que, hasta en la imaginación, sólo vos podes darme.

Bueno, y yo!

Cuando nadie me ve.











El Taller de Tantra


Recuerdo una de esas primeras veces en un taller de Tantra. Hay diferentes corrientes. Esta la corriente Clásica, con la que vengo trabajando hace tanto tiempo. Y tambien está la version del Neo Tantra, en mi experiencia más adaptado a la visión de occidente. Ninguna de las dos corrientes reniega del encuentro se×ual cómo lo vivimos aca, pero me da la impresion que en el tantra clásico es más una consecuencia que algo a lo que se va o un destino. En el clásico es más todo el camino a recorrer, la idea de los tiempos laxos, la sacralizacion del encuentro. 

No digo que en el tantra que se cobija bajo las ideas y formas de un tal Osho deje de lado lo sagrado del ritual, o acorte los tiempos. Pero ha sabido encontrar la forma de genitalizar un poco más. Al fin de cuentas, a todos nos gusta esa se×ualidad devenida del cine XXX. Es como que luchamos contra ella porque es vacía, compite, es narcisista y machista. Pero tiene en algun punto algo de placentera. Por el contrario, en el Tantra clásico, el verdadero, el milenario, es todo el ritual lo que importa. La respiración consciente, la forma de tocar, la autoexploración para luego exteriorizar en el contacto con un otre. La genitalización pasa a un segundo o tercer plano. Cuasi innecesaria. Todo es amor, meditación, el despertar de una consciencia mucho mas profunda o espiritual. Se puede tantrizar horas, de hecho vivir de manera tantrica creo que es el gran y profundo desafío. Y el que, a nosotros los occidentales (más aún a los varones) nos cuesta tanto.
Aún recuerdo uno de esos primeros talleres, imposible olvidar ese abrazo en paños menores de cerca de 20 personas vibrando juntas una misma energía. Literalmente viviendo el momento en unidad. Pero no en unidad entre nosotros, no. En unidad con el cosmos mismo. Con el universo. O como un universo paralelo donde todo era amor sin importar con quien. No se trataba de se×o. Había una clara calentura en el aire. Pero era otra cosa. como si se puedieran visualizar nuestros plexos levitando y formando una nueva galaxia donde todo era armonía, paz y amor. Claro, eso tambien puede calentar mucho, no?

jueves, 7 de marzo de 2024

Los padres y las madres tambien cojemos

 

La noche cayó y el calor es agobiante. Por la ventana del patio no entra una mínima gota de aire y el ventilador parece una estufa.

Agotados, ella llegó del trabajo y él también hizo lo propio. Cortando cuadraditos de carne y pelando papas transcurren entre pegotes de verano y una cervecita helada los minutos de estos dos progenitores de 4 hermosas nenas que no ven la hora de tirarse rendidos a descansar y mirar un poco de tv hasta que los parpados pesen tanto que sin darse cuenta, cuando se cierren, solo se abrirán con el rayito del sol entrando por la ventana.

 


Pero esa noche, como algunas noches (no tantas como quisieran) desde que nació la última de sus hijas, alguno de ellos, esquivando a la pequeña, estira su brazo para acariciar con amor al otro/a. En el medio, inamovible, está ella. La inocente luz de sus vidas estirada entre ambos palitos formando una H mayúscula sobre la cama que evita cualquier tipo de contacto extremo.

Las manos se encienden y queman más que el calor del verano, se cuelan por debajo de la poca ropa que sólo esta para evitar la desnudez en su presencia.

Él acaricia sus pechos, sus labios, su pelo, ella su bajo vientre y enseguida, ante la tenue luz de alguna escena de GAME OF THRONES comienza a manosear su se×o que en cuestión de minutos y pese al malestar por el sudor, comienza a sentir ese deseo infernal de que este manoseo mutuo no termine como tantas veces donde la baby se despierta y los interrumpe.

Ella, sin pensarlo, acciona. Toma el acolchado, lo arroja al suelo y se recuesta como invitándolo. Él ama su intrepidez y decisión y la sigue. NO hay mucho tiempo, pero tampoco ganas de apresurarse. El bóxer cuelga del ventilador, la diminuta tanga transparente se pierde entre las sabanas y, el corpiño, que se yo.

Se besan, se chupan, se huelen, se aman apasionadamente tirados en el piso. Él tapa su boca, ella frunce el ceño, él penetra fuerte, ella grita aunque no se oye. 30, 40 minutos, 1 hora o más sin darse cuenta del tiempo hacen el amor con la tela pegada a la espalda y las rodillas doloridas contra el piso.

 

Cada tanto alzan la vista por sobre el colchón, pispean a la bella durmiente que pese a las altas temperaturas, esta vez, los deja amarse.
Como el tiempo pasa y ninguna interrupción ocurre, se van animando a más. Ella voltea y, boca abajo, comienza a m4sturbars3 entre mordidas de nuca y la intrusión de su miembro erecto entre sus glúteos. Puede sentir las gotas de transpiración que le caen en su espalda y el jadeo caliente de Esteban en su oído. Pero esto aún más la calienta. No poder gritar el placer le da un morbo especial a la secuencia. Las ganas acumuladas de ambos, el saber que son las 3 y media de la mañana y que a las 7.30 hay que estar arriba para ir a trabajar con cara de bien cojid0s y el pelo despeinado, los vuelve locos aunque al otro día lo sufran bastante, ya que además de trabajar, de ser mapadres no se puede zafar por mas sueño que haya.


 
Curiosamente, cuando ella se toca, su vulva explota en contracciones y él tiene que sostener su 3yaculaci0n sino quiere cortar tan buen momento. Ambos vibran, sudan, y se distraen ante cada giro de la niña sobre la cama.
Zás! Se despierta la pequeña demonia (en esos momentos no es más una bella durmiente) y ella pega un salto para evitar que los vea y tapándose como puede se le tira encima haciéndola dormir en menos de lo que canta un gallo.
Él? la espera refunfuñando entre el agua del sudor y el pecho agitado. la espía, la ve desnuda y se ríe con su miembro duro a punto de explotar pero sabe que nada los detendrá y que ambos volverán a amarse sin importar ya más nada.
Una vez dormida, apenas unos minutos después del sobresalto, todo vuelve a comenzar. Ahora ella se sube y galopa cual potra salvaje y enfurecida a su hombre, su compañero, que como siempre la espera a corazón abierto para seguir amándose hasta que el espiral anti mosquitos esté apagado.
Explotan, erupcionan, ella se desploma sobre él y de tanto taparle la boca a ella, él se olvida de la propia y regala un gemido estruendoso que ella sabe disfrutar.
Han de quedarse abrazados unos instantes, para luego ir a la cama y dormir, apenas, unas hermosas dos horitas.

EL PERMITIDO


Sábado a la tarde, Mis ganas habituales de hacer algo y no tener con quien, teniendo en cuenta que era una etapa en la que no estaba con interés de formar pareja y que, al mismo tiempo, el onanismo me tenía un poco aburrido, trajeron a mi memoria algo que algún intrépido varón alguna vez me había comentado:

Hay lugares donde uno puede ir a pasarla bien y olvidarse del compromiso, el tener que llevar flores, contarse de la vida o escuchar de la otros que realmente poco te importan.

Sí, ya sé, por lo general no es mi tipo de búsqueda, por lo general soy de los que aman amar. Por algo he vivido gran parte de mi adultez en pareja. Me gusta. Me gusta el romance, me gusta sentirme enamorado y ver y sentir que también puedo enamorar a la otra persona. Y, aun cuando no estoy en busca de algo estable y romántico, igualmente soy de los que gustan del momento romántico, compartir algo, una cena, un brindis. Las miradas pícaras y toda la parafernalia enderedor lo que puede ser un encuentro se×ual. Siempre con la responsabilidad afectiva de, si es necesario, aclarar o que me aclaren que la búsqueda es de algo casual (aunque se repita una o varias veces) y que se pueda disfrutar de algo apasionado y amoroso sin el riesgo de que nadie se ilusione con algo que no es o no va a ser.

Bueh, aunque eso luego pueda decidirlo la vida misma.

Así que, sin tarea u obligación por delante, y mucho tiempo libre me bañé y fui a curiosear dicho lugar que, por cierto, es solo para hombres.

Si, un lugar sólo para hombres en busca de relajar y permitirse el disfrute sin compromisos ni prejuicios.

Hombres con todas las etiquetas habidas y por haber, y también sin etiqueta alguna.

¿Cómo será este lugar? pensaba yo.

Siempre tuve en claro que mis experiencias con hombres diferían mucho de las que habitualmente tenía con mujeres. Podía pasarla bien, muy bien, re bien. E Irme como si nada. Sin culpa alguna de hasta, quizás, no haberle preguntado ni el nombre al otro ser con el que estuve.

Llegué al lugar en pleno barrio de Abasto, entre por una puertita gris imposible de sospechar que se trataba de un lugar para hombres salvo por una bandera LGBTIQ+ tamaño A4 pegada en la misma.

Al entrar, en un mostrador pequeño, me atiende una mujer. Sí, una mujer. Algo que me puso mis ratones a matarse a trompadas. Será por mi amplia mente en cuanto a la sexualidad, porque la realidad es que no sé cómo lo podría tomar un varón completamente homose×ual. Capaz le incomoda o le resulta chocante. No lo sé, la cuestión es que a mí me hizo entrar al lugar ya con una erecci0n de novela.

Me dieron una toalla, dos ojotas, una llavecita para un locker, un jaboncito de hotel alojamiento, shampoo y crema de enjuague y un puñado de preservativos y gel.

Si, a ponerse en bolas, darse una ducha para mantener los buenos aromas y sabores y a caminar por aquel antro de la perdición llena de hombres deseosos de lo mismo que uno.

Sinceramente, entrar y que me den preservativos, para mí fue un alivio. No hubiera soportado estar en un lugar que no incentiven a sus clientes a cuidarse. Luego cada uno hace lo que le parece. Pero era un buen indicio.

Así que me cambié, deje todo así nomas dentro del locker, me dirigí a las duchas ahí pegadito y comencé a enjabonarme. Recuerdo que era una época de no mucho calor, por lo que el agua caliente y ese caudal de agua tipo cascada me hicieron disfrutar del baño durante bastante tiempo. Tanto, que no me había dado cuenta que ya tenía la mirada de dos muchachos clavadas en mi persona.

Un poco de vergüenza me dio, así que me enjuagué y casi que salí corriendo. Jajá!

En la Planta baja, un bar, un jacuzzi caliente bastante grande, un ascensor, escaleras y no mucho más.


El morbo, fue empezar a recorrer el lugar apenas con una toalla chiquita sujetada a modo de pollerita rodeado de hombres vestidos todos iguales. Montones de hombres de todas las edades, cuerpos con panzas, cuerpos delgados, altos, petizos, canosos, morochos, rubios, musculosos, flácidos, varoniles, afeminados, etc. Todo lo que puedan llegar a imaginar, en un solo lugar.

Casi como una supermercado chino de varones dispuestos a lo mismo que uno.

Las solas miradas me calentaban. Yo era joven, delgado, Ex futbolista amateur, con mis piernas duras y mi cola de pato que, admito, se llevaban muchísimas miradas. Eso me calentaba aún más. Saberme observado, saber que daba la vuelta a la esquina y al mirar para atrás tenia a dos o tres hombres que me venían siguiendo. Fuaaa. Como juega el morbo en todo esto no?

Resulta que arriba había un piso con cuartitos y camillas como para entrar y cerrar la puerta y quedarse de a dos, a solas. Pero a mí me gustaba el quilombo. Yo no quería estar con uno, quería aprovechar ese sentirme sexy que me causaba la situación y hacer que algo que venía tranquilo, se vuelva caos.

Entonces, entre por una puerta que bajaba a un sector con toda una ambientación Sado, BDSM. Excelente lugar.

Había una jaula, cadenas, hamacas que son para posiciones perfectas para el se×o, y al bajar las escaleras había lugares aún más turbios. Poca luz y muchos gemidos de distintos tonos, algunos que disfrutaban de verse feminizados y por momentos te confundían, ya que si sólo te guiabas por lo sonoro, parecía que hubiera una mujer. Pero al espiar se podía observar como un muchachito de unos 25 años era sometido entre 4 contra unas rejas.

Plaf, plaf, se escuchaban unos chirlos fuertes contra su cola mientras otro le escupía en la boca llamándolo "pvtit0 de mier...d4".

No me hallo en ese contexto, pero admito que observarlo era fuerte y llamativo a la vez para mí.

Hacia el otro lado unos bancos como de plaza había dos varones de estilos bien opuestos, y a los que me acerqué a observar con mayor interés. Sentado en el banco un muchacho grandote, tipo osito, pero no gordo, solo grandote. Peludo, barba, de esos que por la calle jamás te imaginarías verlo en este lugar. Pero ahí estaba, dándole terrible f3lación a otro más petizo, flaco, sin mucho cuerpo pero con un tamaño más que interesante. La escena era realmente tentadora. Me quedé observado un rato, con mi miembro asomando por abajo de la toalla como pidiendo que ya haga uso de este permitido que me estaba dando.

De atrás apareció uno de los muchachos que me venía siguiendo desde la ducha y me empezó a acariciar la cola, la espalda, Me moría de vergüenza pero eso hacía que esté aún más excitado. Cuando giro la cabeza para ver, el que estaba sentado me agarra de la pij4 como si fuera una manija y me llevo directo a su boca y comenzó a chuparnos a los dos al mismo tiempo. Qué manera de volar. De golpe y porrazo éramos 4 trenzándose entre besos, manos largas y dedos insolentes. Llego un 5to refuerzo, luego un señor grande medio desesperado que me la bajo un poco. Luego uno que olía demasiado cigarrillo. Digamos que se complicó y por un rato me sentí medio incómodo. Pero, el que me venía siguiendo, creo, supo ver al joven incomodo que había en mí y con sutileza fue sacándome de encima a aquellos que por sendos motivos no me hacían sentir del todo bien.

Al fin de cuentas, el objetivo caos ya se había cumplido a la perfección. Los que no me atraían, estaban entre ellos ahí bien cerquita, y en el banco quedamos entre 6 y 7 más otros que solo se dedicaron a mirar y tocarse.

Paso de todo, imposible describir tanto morbo y deseo en un solo relato sin volverlo demasiado explicito, pero paso de todo. Por momentos éramos tres hombres parados alrededor de dos que nos daban placer oral sin límites. hubo un rato en el que disfrute yo de sentir dos o tres miembros deseosos en mi boca, de lamerlos y mirarlos a los ojos y verlos retorcerse de gozo mientras no podía parar de m4sturbarme. Sentía la punta de mi falo empapado de deseo mientras alguien tocaba mi cola a la perfección. Cero dolor, mucha lubricación. Digamos que fueron 30/40 minutos de gemir y escuchar gemidos en el aire... increíbles.

Pero hubo dos momentos de un nivel de delicia infartantes.

El muchacho tipo osito que estaba sentado, tras dejarme el p3n3 brillante turgente como piedra, me puso un preservativo con la boca y me dio la espalda como invitándome a... bueno, ya saben.

Recuerdo entrar muy despacio en él, sentir su calor interior en todo mi miembro y comenzar a bombear de menor a mayor hasta que me di cuenta que eso atrajo más público. Y a mi juego me llamaron. Sacando el mejor actor p0rn0 que tengo dentro, lo penetré y sentí gozar como pocas veces me paso. La imagen grabada es el apoyado sobre el pecho de otro que solo lo sostenía, abrazaba y contenía hasta que después de mucho rataplán entre sus cachetes y mis caderas pude sentir su orgasmo en mí se×o mientras besaba y lamia otro falo que gentilmente se subió al banco para estar a la altura justa,

Mientras todo esto ocurría, quien me había seguido por todos lados se había puesto él un preservativo y comenzó a frotarse contra mi agujerito dilatado aumentando aún más toda la temperatura que ya me recorría.

Sonreí, toque su pij4 grande y dura para corroborar que tuviera el forro puesto y me entregué al momento de mayor intensidad de la tarde. Otra vez en el centro de la escena, mientras él entraba y salía de mí con fuerza y suavidad a la vez, podía sentir a mí alrededor los gritos de placer de otros, varias manos recorriendo mi cuerpo al mismo tiempo, tocándome todo lo que me daba placer. Como nado sincronizado pero se×ual. Como resistirme a semejante disfrute? Empujo mi torso hacia adelante y con alguien metido entre mis piernas chupando y lamiéndome todo, empecé a hacerle oral a algún bello falo que se me puse adelante. Culpa? Vergüenza? miedo? Preguntarme cómo puedo estar pasándola tan bien con hombres, con lo mucho muchísimo que me gustan las mujeres? JAMÁS

Será que soy así. Que siento que la vida es una sola y que cada momento que la vida me presenta lo tengo que disfrutar porque, quizás, puede no se vuelva a repetirse?

No lo sé, pero me entregue, literalmente a ser el centro de la escena de uno de los mayores momento de placer físico y psicológico de mi vida.

De repente exploté, recuerdo inflar los cachetes de quien estaba entre mis piernas hasta bañarlo porque no pudo tragar todo tan rápido. Recuerdo que quien estaba atrás mío al sentirme acabar salió y tocándose me tiró todo su jugo sobre la espalda y recuerdo que hubieron varios que en lapso de segundos habíamos manchados todo por todos lados. Y que, minutos después, el banco había quedado vacío.
Subí las escaleras muy despacio, con las piernitas temblando, me duche, me vestí y me fui sin saber el nombre de ninguno de ellos. Ni ellos el mío.

Ya está, no?

Total, ya había ocurrido eso que hoy acabo de titular: EL PERMITIDO.

miércoles, 31 de enero de 2024

¿PUEDO JUGAR?

120 km la separaban de mi casa en Coglhan. 

120 Km hizo en tren desde el oeste de Buenos Aires para verme. No podía ni quería decirle que no a alguien que había conocido tras bailar murga en su ciudad y haber pasado una bella noche medio ebrios en su casa y a escondidas del qué dirán del famoso pueblo chico, infierno grande.

Su madre, sus hijos, amigos, todos cerca pudiendo enterarse de todo hizo que lo que ocurriera allí fuese más corto de lo que hubiésemos querido y eso fue creando el ambiente para el futuro re encuentro.

Seguimos charlando vía celular, mandándonos audios prometiendo cosas imposibles de pensar que realmente iban a ocurrir. Ya que, normalmente, estas cosas suelen quedar en la nada misma de una nebulosa llena de ganas pero con poco de realidad.

Jamás pensé que, semejante mujer, iba a tomarse la molestia de venir a verme hasta CABA desde tan lejos. Y menos si contamos que no tenía transporte alguno más que el público. 

Pero un día cumplió todas sus amenazas y se vino a quedarse dos noches en casa.

La busque en mi moto al salir de mi trabajo en la estación Once de Plaza Miserere y partimos campantes para mi mono ambiente de la calle Blanco Encalada. 

Sus jóvenes 24 años relucían ante mis 34 o 35. No era tanta la diferencia, pero se sentía. Muy aniñada, de pelo largo por la cintura, la pancita de una madre de dos que apenas indicaba tal situación, una cola perfecta y unos labios híper carnosos me alucinaban. No suelo fijarme mucho en lo físico, pero hay que recalcar que ella estaba muy bien y se notaba que se cuidaba. Ojo, yo tampoco me quedaba atrás eh. Daba clases en un gimnasio, era profesor de Pilates, tenía lo mío para sentir seguridad ante tanta juvenil belleza.


Los dos sabíamos que lo que ocurriera esas noches difícilmente se volvería a repetir. Por las distancias, Pero sobre todo porque ambos estábamos disfrutando de nuestra soltería y las cosas estaban tan claras que era imposible confundirse en nada.

Llegamos, charlamos, destapamos un par de birras, vimos un poco la tele con un poco de sexo previo pero muy tranqui, hasta que, ya más entrada la noche, la invité a jugar un poco más. 


Yo tenía un viejo maletín mío con algunos juguetes, un par de dildos, un arnés, algunas cositas que vibraban, esposas y demás. Nada gran cosa excepto el que termino siendo el invitado de lujo de la noche. 
Pero esperen un poquito más. Que ya llegará el momento de contarles eso. 
Abrí la ducha, la entibie a la temperatura justa y con mis demonios ya sueltos en mi mente la invite a desnudarse y bañarnos juntos. 
La amé, amé que me siguiera en todo, que se deje llevar ante este morocho de mente curiosa y poco tradicional. Otra, quizás y mas a su edad, sale corriendo asustada/espantada. Que se yó.
O al menos muchas veces temía yo sufrir ese prejuicio si me dejaba llevar. Pero con ella no.

Así fue que el momento de la ducha fue digno del recuerdo eterno. Se vienen a  mi mente esas manos suyas estampadas contra la pared sacando cola y a mi disfrutando de sus curvas enjabonadas desde el cuello hasta los pies. Recorrí, masajee, toque con lujuria y amasé a mi antojo todo lo que ella me permitió. O sea todo. De atrás para adelante y de adelante para atrás pude sentir cada detalle de su cuerpo hasta que el jabón se había extinguido por completo y solo quedaba su piel perfumada reluciendo bajo el agua y el vapor. 
Me arrodillé, con mis manos separe esos glúteos duros y comencé a lamer y chupar y saborear ese manjar como pocas veces me habían dejado hacer. Literalmente paseé mi boca por ese agujerito sintiendo como lentamente y al ritmo de sus gemidos se dilataba cada vez más. Fue tal el momento de calentura mutua que costó salir de la ducha. La di vuelta y comencé a saborear allí adelante, también, hasta sentir que sus piernas se aflojaban apoyándose en mi cabeza empapada. Y no precisamente de agua de la canilla.
Agarre la toalla, la seque (si, así, la seque yo) y fuimos a la habitación nuevamente. 
La respiración agitada y las miradas lascivas iban y venían en un silencio que sólo se interrumpió cuando, maletín en mano, le pregunté:


-“¿Puedo jugar? ¿Me dejas?”-


A lo que me contestó entre risas temblequeantes 


-“Obvio, yo estoy entregada, no me ves? Yo quiero todo!”-


Quehijade...Qué manera de hacerme derretir! Si algo le faltaba a la perfección de la noche era que esa mujer tan poderosa en sus claras palabras y gestos también me de la libertad de jugar con ella como ella lo estaba haciendo conmigo. 

Abrí el maletín y, mientras ella realizaba en mí una felación descomunal, saqué el dildo más grandecito que tenía, símil piel, color piel (blanca), y de una textura… hasta podías pellizcarlo como a una de verdad. 

El tiempo pasó con su mirada instalada en la mía mientras me deslumbraba con los malabares de su boca majestuosa hasta que, casi al borde de la explosión, la interrumpo y le digo:


-“Esperáaaa, jajá, no íbamos a jugar? Así me desmayo antes!”-


-“Yo ya estoy jugando hace rato”- Me dijo riendo. Y se paró como cediendo el turno.


Tomé mi aceite para masajes y la invité a acostarse sobre la camilla. Pero no como siempre, no a lo largo, sino que le pedí que se pusiera como en un especie de posición fetal, de costado, perpendicular a la camilla. 

La misma estaba apoyada contra la pared, así que le alcance una almohada para que no esté incomoda y la embadurne toda. Su piel comenzó a brillar ante el color azul de una tv encendida pero sin imagen, Como cuando no le llega info, viste?  

Me deleité de lo visual mientras la acariciaba y masajeaba y danzaba con mis manos haciéndole el amor sin apuro. Recuerdo su cola expuesta con sus rodillas casi pegadas al pecho. Mi sexo, a esta altura duro como piedra de masajes, rozaba contra su vulva hecha aguas y cada tanto jugaba con ese roce contra su clítoris. Nunca penetrando, siempre jugando con el roce. No sé cuánto tiempo estuve así, pero se me hizo tan eterno como hermoso. Sus manos me agarraban, de a ratos me masturbaba como podía, mientras las mías seguían acariciándola y haciéndola desear. Porque todo era un extenso y delicioso amague que, todavía, no se transformaba en realidad. 



En ese momento le acerque el juguete a su boca y mientas yo seguía comenzó a deglutirlo entero. Me miraba y chupaba

Me calentaba todo lo que hacía y lo que dejaba de hacer también. Y sé que ella estaba que explotaba, lo podía sentir en su respiración, en su humedad, en el latir de sus labios vaginales cada vez que con alguna parte de mi cuerpo la tocaba o la rozaba. 

Así, paulatinamente, fuimos yendo ambos de menor a mayor hasta que casi sin querer mi pene entró todo, muy despacio, en ella. 

Éxtasis total. Su gemido y mi cuerpo cayendo sobre ella besándola al son de nuestras vibraciones fueron un manjar en esa noche del fin de la primavera, principios del verano, imposibles de olvidar. 

La camilla golpeaba contra la pared, mis caderas golpeaban contra su cola, nuestros labios se chupaban, se lamian, se mordían, se comían. 


-“Ahhhhh”- Gritó ella en medio de un orgasmo que casi me hace acabar a mí también y, de hecho,tuve que salir para evitarlo con mis rodillas aplaudiendo. 

En ese momento y, tomandome un respiro, cambié el preservativo, lubriqué el juguete con un gel especial y con su aprobación gestual comencé a penetrarla con mi sexo, pero ahora en su hermosa manzana dulce mientras con el juguete estimulé su vulva hasta entrar en ambos lugares al mismo tiempo en una danza sexual que duró mucho más de lo que pensaba. Una sinfonía de gritos mutuos llegaba desde mi segundo piso hasta la planta baja, como mínimo. Otra vez sin noción del tiempo jugamos a cojernos y hacernos el amor tanto que, casi amaneciendo, estallamos en un orgasmo simultáneo de esos que cuesta encontrar a lo largo de nuestras vidas. Tan juntos, tan precisos. Su vibración me hizo explotar a mí, y la mía a ella con una sincronicidad que si la buscas, no sale.


Rendidos, no hay otra palabra para explicar como quedamos.

Terminamos rendidos, fumando un cigarrillo de marihuana que nos demolió hasta el otro día en el que ya quedó sólo reír y recordar con picardía todo lo acontecido en esa única y maravillosa vez que, seguro, atesoraremos en algún bello cajoncito de los recuerdos. 

El de los de la vez que nos permitimos jugar.

martes, 26 de diciembre de 2023

SOY LO QUE SOY

Mi pulsión sexual, mis deseos, mis fantasías, mis morbos, mi líbido, mi cuerpo y sus reacciones a diferentes estímulos. 
Muchas veces me siento raro, me miro al espejo y me juzgo. Me pienso y me analizo y digo: esto está bien? Esto es normal? 
Me toco, me acaricio, me maasturbo, te venis a mi mente y sos mujer, de caderas anchas y pechos pequeños. 
Pero otro día sos varón, y no sos uno, son dos. O capaz sos un varón y una mujer. A veces mi esposa, a veces no. Rara vez personifico, rara vez tiene cara de alguien que conozco. Son cuerpos, ganas de sentir una forma de ser tocado o mimado. Al fin de cuentas yo tambien soy sensible y necesito una caricia al alma, no solo en el culo. A veces quiero ser yo quien hace, quien toca, quien penetra, otras al revés. Me visto de pirata y me desnudo frente a vos y tus ganas se transforman en calentura. Otras veces sos vos, o son uds quienes bailan y cantan y se derraman vino desde la boca recorriendo sus pieles sin ropas. Y soy yo quien bebo directo de ese envase natural. Y al otro día era crema o champagne. Y quizas un día era helado enfriando tu clítoris y mi lengua entibiandolo y otro es solo el sabor de tu glande y su turgencia en mis manos.



Por qué de repente pensar si esta bien o mal todo ese sentir?
La verdad, en este caso hablo de mí, soy eso, soy esto. Soy mis deseos más impuros y mis ganas de volverte y volverme loco de pasión y poder compartirlo con gente como yo o como vos.
Creo que esto puede caberle a cualquiera: hay días, momentos, instantes o sentires que perduran en el tiempo y se instalan. Como que se acomodan ahí. Otros duran solo una paja. Tengo deseos, y sino le hacen mal a nadie... están bien.
Tambien muchas veces llego a la conclusion de que ese prejuicio no es en realidad mío. No importa en realidad si soy varon, mujer, trans, no binario, hetero, bisex, homosexual, lesbiana, activo, pasivo, me gusta el BDSM, el Tantra o la mar en coche, no. Eso es en realidad para los demás. Tod@s somos, y punto. Maravillate de vos mism@ porque es ese ser único el que te hace tan especial. No te juzgues o presiones. Sos lo que sos. Disfrutate.
Quitate el peso de las etiquetas, no le sirven a nadie.

Yo, Soy lo que soy.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

ERÓTICO POR QUE?

Yo escribo erotismo porque navego sus aguas con fluidez. Porque la vida, como un río largo, desde su afluente hasta su desembocadura atraviesa distintos estados. Distintos momentos que a veces a uno lo atemorizan contar, explayar.

Ser un ser humano sexual no significa, pese al creer de much@s, vivir pensando en sexo o querer cojer todo el día. Tampoco es alardear de las formas o creerse el súper amante que nunca falla y siempre cumple. Cumplir con qué? Además.

O con quién? Encuentro, pues, en la escritura, la forma de hacer arte a mi pulsión sexual.

La ecuación perfecta de una noche de sexo es que seamos distintos interlocutores pero del mismo programa de radio. Sintonía.

Mucho sexo, largo, poco, corto, intenso, duro, suave, con azotes o caricias. Si yo me esmero en vos y vos en mí, es imposible pasarla mal.

Pero, si me conformo con poco (cualitativamente hablando), si soy egoísta y cero empático, no importa el mucho o poco sexo que haya, seguro será malo, vacío.

Escribo erotismo porque ese río acaudalado de pasión soy yo en la vida.

Amo cerrar los ojos y navegar el sonido de la lluvia. Alucino con la magia de Pink Floyd como puedo saltar de alegría con un ska o el caos de un buen punk.

Claro, hablando de Música.

Pero cerraron los ojos al chupar una fruta fresca y madura? Cerraron los ojos con el olor del rocío a la mañana?

Cerraron los ojos con los ronquiditos de un hije dormidx en el pecho. Lo abrazaron fuerte y sintieron ese calorcito?

Escribo erotismo porque ahí me muevo como pez en el agua.

Escribo erotismo porque puedo cerrar los ojos y sentir tu perfume aunque el aroma no esté, sentir tu gusto aunque estes lejos de aquí, estremecerme con el roce de tu piel, escuchar ese gemir 0rgásmico o verte esa mirada perdida en el cosmos aun a la vera del encuentro sin ocurrir.

Escribo erotismo porque ese río mi balsa lo navega siempre. Calmo, turbio, tormentoso. Cataratas de placer y arroyos mansos de ternura. Un chirlo de huella pictórica en la cola o un beso en la frente con los labios aun húmedos de vos.

Escribo erotismo, porque es una forma más de hacer el amor, de hacerte el amor. Aunque sea imaginariamente.




SENTIME, TE SIENTO.



Necesito cada beso y cada instante, cada caricia y tu mirada penetrante. Necesito lo perverso de saberte jugando como la ternura de sentirnos enlazados. Amándonos.Esos momentos donde, dentro tuyo, casi sin movernos pero bien dentro tuyo, nuestros cuerpos vibran en un ritmo cuasi místico. Queremos acelerar y jugar con el sonido de nuestras caderas chocando, pero al mismo tiempo nos detiene el disfrute de no apurarse.



Sentila, sentime, te siento. La humedad de tu se×o envuelve y baña al mío como si fuese una fruta que enfrente tiene una cascada de chocolate calentito. Y vas metiendo la frutilla hasta que queda completamente envuelta en una capa dulce y apetecible para empaparte los dedos que luego también chuparás hasta dejarlos más limpios que con agua y jabón en el baño.
Puedo sentir tu calor y tu sabor y tus gemidos se vuelven ondas que llegan por tu piel hasta mi falo en tu interior. Me transmite vibraciones insoportablemente estremecedoras. Vibro al son de tu cuerpo. Mis músculos se aflojan y mi respiración en tu oído pide clemencia mientras mis dientes y labios se clavan en el costado de tu cuello casi cerquita de la nuca.
Salgo un poco y sin sacarla del todo vuelvo a entrar lentamente. Salgo otro poco y, esta vez, embisto con behemencia... Plaf!! Suenan tus glúteos como bombo de murga y hasta me duele un poco el pubis. Pero a ninguno nos importa. Por el contrario.
Mmm una sonrisa llena de picardía y placer invade la habitación.
Mi pecho agitado se apoya en tu espalda, una mano suave pero presente se apodera desde atrás de tus pechos turgentes. Mi otra mano amasa, aprieta y acaricia tu muslo y sube y baja hasta asirse de tus nalgas como quien prepara la masa para el pan casero. Cada tanto abandono esos santuarios para mis manos y me dirijo hasta tu vulva.
Mientras tu espalda baja se arquea y empuja hacia atrás, pueden las yemas de mis dedos sentir tu cl1toris explotar. Toco y acaricio, cuando no lo haces vos misma. Ese momento en que todo se dilata y empapa y transpira y aulla y ríe y se mezcla hasta con una mueca que parece llanto de placer.
Amo, te amo. Nos amamos.
No pares, no paremos. Todo brilla, tiembla, late y queremos más.

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Jugando como niñ@s grandes!

Es un juego. Postergado y esperado a la vez. Pero queremos jugarlo. Necesitamos jugarlo. Tu espalda brilla como porcelana mientras las velas dibujan tonalidades en tu piel. Mi cadera solo apoya contra tu cola apenas vestida con diminuta tanga mientras mis manos bailan y danzan como dibujando círculos y espirales en tu rozagante cuerpo. No puedo evitar la mirada lasciva que derramo en cada poro de tu tostada piel de verano. Quiero besarlo, chuparlo y poseerlo todo.


De a ratos pienso que solo quería esto. Mi cadera al desnudo apoyándote todo mí ser. Sintiendo tu se×o latir junto al mío. Apretados pero sin quitar esa mini barrera que nos separa ligeramente. P3n3trarte sería jugar la parte final del juego. Y no quiero. Deseo derramar en tu cintura un litro de aceite y masajearte, embadurnarnos, resbalar y gemir. Deseo tiempo juntos para que el juego no aparente finalizar nunca. Una mano recorre tu pierna que se sube de costado a la camilla ofreciéndome el jugo directo de su fuente y a chorros incontenibles. Te abrís para mi como se abre el papel de un regalo. Tomá, me decís sin decir. Y tomo tu cabello y tiro de él.
Me miras con el rabillo del ojo poniendo tu cara más degenerada. Soy tuyo. También estás jugando tu juego. Sintiéndome y frotando tu vulv4 contra mi gl4nde a punto de explotar. Respirando fuerte, apretando la sábana, mordiendo tus labios fluyendo hacia el placer.
Ya no distingo el aceite de tu néctar, ya no se si es tu transpiración o la mía. Otra vez resaltan los vellos erizados de tu espalda. En esta parte del juego ya nadie puede jugar al disimulo. Ardemos y nuestras caderas bailan juntas. Nos besamos tanto que un hilo de baba se nos escapa. Nos reímos. Nos miramos y continuamos. Porque, es un juego, si. Pero ya no sabemos pararlo. Ya no queremos pararlo. Sólo el tiempo nos dirá, y las ganas de correr esa tanga por fin y el agotamiento quizá, cuándo entregarnos al terremoto final de dos cuerpos que se aman. De dos almas que se adoran. Y de dos se×os que estallan por los aires estrujando todo a su paso.

Del mal trago al éxtasis.

Re encontrarse. Esta reflexión no tiene género. Nos pasa a tod@s tener algún mal momento. Alguna mala elección. A veces arrancamos errando, y aprendemos, o no. A veces erramos cuando pensábamos que ya no nos podía pasar.
Y muchas de esas veces salimos lastimad@s. Buscamos culpables. O nos sentimos nosotros mismos una basura. Por no respetarnos o por no ver, quizás por dejarnos llevar por lo visual, o nos endulzan los oídos.


La cosa es que una vez que nos fuimos de ese lecho, o que se fue la otra o las otras personas, en nuestro cuerpo quedan marcas. Cuando la belleza invade, está todo bien y nos acariciamos y amamos, pero que nos pasa cuando las marcas no son de amor y placer? Marcas, quizás, de egoísmos, marcas de salud, un embarazo, una its, o simplemente el vacío mismo de haberlo dado todo y no recibido nada.
Ni hablar de sentirse abusad@s, suci@s.
Todo esto deja huellas en nuestro cuerpo que nunca se borran, se pueden olvidar, se pueden maquillar. Pero son parte nuestra.
A veces volver a estar con alguien es muy difícil, te pierdes cosas en el camino por miedo, por angustia, o tal vez quedás atascado en el mal trago y te repetís en el mismo error, como que tu mente te lleva a la autoflagelación. No te das cuenta pero vas convirtiendo esa maravilla que es el se×o, ese momento sagrado, en un barranco peligroso por el que, parece, te gusta caminar con los ojos cerrados. Pero un día llega el momento de quitarse esa venda. De volver a amarse. De, si bien hay responsabilidades que asumir, darse cuenta que en nuestra se×ualidad nosotros nunca somos el problema. Puede serlo la educación recibida, mala por cierto. Puede ser la gente con la que nos cruzamos. Pero lo que nuestro cuerpo siente placentero está bien. Siempre que no arriesgue nuestra salud física o mental ni la del otre. Y hay que volver. Sentir placer, entregarse a un buen abrazo, una caricia, un beso rico. Tocarse y reconocerse también. Re encontrarse. Volver a brillar. Cuesta, a veces lleva tiempo, análisis y reflexión. Pero relajá, usa tu mala experiencia para aprender, no todo entra por los ojos o son palabras bonitas, entregate nuevamente al amor.
Porque es eso, es ahí!

TIEMPO PLANO

La noche fue larga y el despertar no podía ser menos. Nos besamos, nos apretamos, nos amamos.

Hacemos el amor romántico y cojemos como desconocidos que se están conociendo, que descubren la magia de la química perfecta. Esa que te enciende todas las luces del arbolito sin dejar una sola en falso contacto. Titilan, parpadean, brillan y se apagan todas en perfecta armonía y sintonía. Es tocarse y encenderse. No hace falta enchufar nada. Es como una energía estática constante que eriza los vellos más diminutos de nuestro cuerpo eyectándolos hacia la nada misma. Como cuando frotan un globo por tu cabeza y los pelos lo siguen por más que el pelo te llegue a la cintura.
La noche fue larga y mi turgencia no tiene 20 años. Más tenemos y más queremos, pero hoy no hay tiempo para recreos. Nuestras ganas no entienden de descansos.




A la noche, incluso, pasamos un buen rato simplemente frotando tu se×o desnudo contra el mío. No sé cuánto tiempo, quisiste sentirme dentro y te detuve. "seguí jugando así". Te dije. "Quien nos apura?"
Hoy son las 10 am y lo primero que hice fue meterme debajo de tu vestido negro sin bombacha a despertarte con mi lengua. Parece que funcionó. Esta vez no hubo 0rgasm0s. Fue otra cosa. Nos reíamos pícaramente, como quien se acuerda de algo. Y sí, de hecho.
El preservativo del Estado apretaba, no desenrollaba, estuvimos como 10 minutos intentando algo que solo interrumpía nuestras ganas y mi p3n3 dolorido de tanta fricción y manoseo me dijo basta. Ya duele.
Acaso eso freno algo?
De repente, y como un castigo divino, te tomaste del respaldo y subiste hasta sentarte en mi cara con tus ganas empapadas de seguir.
Y con lo que a mi me cuesta chupar, simplemente chupé y chupé mientras la propia acción hizo olvidar la mala calidad del forro y mi se×o estaba duro de nuevo. Amé verte mover a placer, incrustando tu vulv4 caliente en cada rincón de mi boca y mi lengua, violándome la boca hasta que tus piernas se aflojaron. Caíste aún más encima mío, apretaste mis orejas entre tus rodillas y sentí tu temblor en todo mi ser. Un vibrador humano, literalmente. Quiero más! La noche fue larga, pero el día recien empieza.

miércoles, 25 de octubre de 2023

40 Kilometros

Madrugada acaramelada en un bello balneario de Pehuén Co. Habíamos pasado la noche viendo las estrellas mezclarse con las luces y destellos del balcón de un parador devenido en escenario con consola para un DJ que nos puso el amanecer en la nuca casi sin darnos cuenta. A nuestro alrededor cientos, miles de personas moviendo y contorneado su cuerpo al sonido de psicodélicos ritmos que penetraban en nuestro interior y nos recorría cómo corriente eléctrica. Imparable.
Mujeres, varones y más, cuando menos, de toda edad y tipos de cuerpos se movían y seducían a su alrededor, ebrios de ganas de festejar. Bikinis diminutos, cuerpos bronceados, camisas desabrochadas y torsos desnudos nos rodeaban y miraban. Como nosotros a ell@s.
Nos gustaban tod@s y nadie al mismo tiempo. Se nos iban los ojos y nos apretábamos cuerpo a cuerpo llenos de deseo.
La noche ya era día, el sol comenzaba a calentar nuestros cuerpos aún más al, por fin, aparecer en el horizonte combinando colores de ensueño sobre las olas del mar.

 





Aún sonaba la música cuando de tanto tocarnos, rozarnos, mirar y mirarnos decidimos agarrar nuestras cosas y encarar esos 40 KM que nos separaban del depto. familiar en el que parábamos y, lleno de niñes, imposibilitaba culminar nuestra noche con broche de oro.
Recuerdo, ¿vos? Pollera corta de jean y remerita al cuerpo.
Yo? Bermuda suelta y musculosa.
En cuestión de instantes, y como si lo hubiéramos planeado, el sol se escondió tras nubes y relámpagos y comenzó a gotear.
Ay ay ay
-"Vení para acá, amor, quiero ya un beso rico de tus labios"-.
Dije, con mi cara diabólica al mejor estilo Dibu Martínez a punto de atajarte un penal.
Nos trenzamos y abrazamos y mientras nuestras bocas se hacían el amor escuchamos las primeras gotas gruesas golpetear contra el parabrisas. El motor encendido y el calor interno empaño los vidrios al tiempo que nuestras manos, ya no sé cuáles, se escurrían curiosas por debajo de nuestras ropas.
La gente pasaba a nuestro alrededor corriendo, cubriéndose con algún buzo o campera la cabeza de las, pocas, pero gruesas, gotas de lluvia que caían hasta que un trueno tropical nos puso de aviso que no iba a ser una simple lluvia.




Puse primera y, aún con el pecho agitado y nuestros sexos clamando amor, comencé a manejar esos 40 benditos KM que nos alejaban de una cama.
Como podíamos nos besábamos, intentando no pisar a nadie. Cómo podíamos zigzagueamos entre la gente que escapaba de la romántica tormenta.

En ese torbellino de emociones su remera había terminado en el piso y un pezón al aire le regalaba a mi mano derecha momentos de puro placer y a los y las curiosas, pues les compartimos un poco de calentura visual.
Ellas se reían a boca tapada y pícara, casi envidiosas. Pero no dejaban de mirar. Ellos, un poco más adolescentes en cuanto a su reacción, se reían casi tontamente.
-"Basta, tengo que manejar"-
Dije como si quisiera hacerlo.
Simulando ponerme serio hice esos últimos metros rodeados de zombis mirones con las dos manos en el volante y mi miembro estrujado por tus ganas llenas de dedos y líbido.
Fue de ensueño sentirte así, sentado, casi sin poder hacer más nada que manejar esa ruta lluviosa con el corazón latiendo a mil y tus manos masturbándome ya sin tela de por medio.
-"40 KM así no aguanto, amor"-
Exclamé casi como pidiendo piedad.
-"No aguantes, quiero verte acabar-".
Sonó desde mi lado con esa voz jadeante y sensual.
Fue ahí mismo que esa escena que nunca había vivido comenzó a hacerse realidad.
Te cruzaste por debajo de mi brazo derecho y sin miramientos comenzaste a devorar desde mi glande hasta donde la posición dejaba expuesto el tronco de mi sexo.
Pasaban camiones, colectivos, autos y tú cabeza subía y bajaba a no menos de 80km por hora. Más y chocaba, menos y nos embestían de atrás.
Derretido ante tus ganas habré manejado así como 10 minutos. El repiqueteo de la lluvia sobre la chapa del auto y el vaivén del limpiaparabrisas decoraban la escena junto a alguna leve música que salía del estéreo y a la que nunca le prestamos atención.



-"esperaaa"-. Interrumpí agitado.
-"Quiero regalarte mis orgasmos cómodos en la casa”. -
Dije, o pensé.
No hizo falta explicar esa interrupción.
Volviste a tu asiento en posición habitual, y te limpiaste restos de baba y más en la comisura de tus labios mirándome fijo a los ojos
-" Está bien"-. Dijiste. Como asintiendo la idea.
Pero una mano tuya continuaba el trabajo como no pudiendo contenerse.

No había caso. No me soltabas y, la verdad, tampoco quería que me sueltes. A esa altura estaba entregado a ese sin fin de caricias libidinosas de tus manos atorrantas.

Creo que el hecho de verme imposibilitado de moverme mucho, nos excitaba aún más. no podía soltar el volante ni distraer mi mirada del camino. no podía recostarme y relajar, y vos te divertías con esta situación. 

Un descanso de tus manos y tu boca me dio tiempo de, a velocidad crucero, tocarte por debajo de tu pollera y vengarme, como podía, de tanta estimulación acaecida. Separaste tus piernas y corriendo tu bombacha me dejaste sentir el empapado rostro de tus ganas. 

Era mi turno. recostaste el asiento subiste tu pollera hasta casi tu cintura. Roce, sentí, toque y masturbe tu clítoris patinoso mientras conduje esos últimos km. Una sola mano, una sola marcha, la quinta, un viaje ya casi sin obstáculos, me permitieron introducir levemente y sin forzar, un dedo en tu vulva que pedía a gritos algo más, pero que supo disfrutar esos instantes hasta explotar en un grito retorcido de placer. No hice mucho, no fue tanto mi parte, estabas tan caliente que esa falange y media, impedida por la posición de ser más que falange y media, alcanzaron para derramar tus orgasmos en mí. Que, aún, aguantaba mis ganas de llegar a la casa y asirte fuerte entre mis brazos y hacer el amor hasta reventar. Pero, con tanta familia suelta y ya de día, eso no iba a ocurrir. Pero, acumulamos ganas, deseo y, claro, en algún otro momento nos matamos de amor en posición horizontal con más tiempo y privacidad. Pero, eso ya es parte de otra historia.


jueves, 5 de octubre de 2023

Te quiero libre, linda y loca

Así te quiero.
Así te busqué y así te encontré. 

Real, de carne, corazón y huesos.
No quiero poses extravagantes más que pa verlas. No quiero perfección más que tu perfecta imperfección. 

Sí, claro, me gusta la foto de belleza hegemónica. No puedo negar lo innegable, me atrae y hasta calienta pero no la quiero para mí. Quiero lo tangible. Aquello que vale mucho más por su calidad humana que por ese marco superficial.

                                                  

Quiero que seamos compañeros, confidentes, apoyarme en tu hombro y llorar mis penas y que sepas que aca en el mío podes llorar las tuyas. 

Aca no hay carro bonito ni mar caribe en yate alardeante. Quiero pinchar una cubierta camino al norte y que nos encharstremos las manos de grasa juntos para arreglarla.

Tambien te quiero sexy y atrevida. 

Quiero que te subas y me aplastes la cara con tu sexo y me ahogues con los jugos de tus orgasmos.
Te quiero chancha, te quiero libre, puerca y brava. Amo esa mueca de puro deseo nunca actuado. Siempre posta, nunca impuesta. Amo esa mano que se cuela entre mis prendas y me lleva de flácido y sorprendido a turgente y exageradamente caliente en cuestión de segundos.
Me enloquece mientras te poseo ver cómo succionas mis dedos como deseando otro falo duro y jugoso, o más aún, en tu boca. No quiero santas ni interesadas. Al fin, no tengo para ofrecerte más que amor y alguna salida romántica que termine en besos apasionados contra las rejas de algún portón de un callejón de Palermo.
Quiero sentir tu pelo enredado en mis dedos tironeando al son del galope de nuestras caderas. Ese aplaudir sin manos con sonido a chapoteo infantil sin botas un dia de lluvia. Siii. Bien encharcados nuestros cuerpos hirvientes que revientan el ambiente a alarido pelado.
Eso quiero y eso tengo. Amo el juego, el disfrute de la mente desquiciada por escenas de películas nunca vistas. NO, qué porno ni que porno. Acá hay estrías, pancita y se transpira. No hay maltrato más que el consentido. Algún chirlo, dame y te doy. Vení, cojeme que te cojo. Acá no hay roles. Hay lujuria, pasión, amor y temblequeos de piernas. Dame eso. Dámelo siempre.

 Que la ficción la consuman otros/as.




 

jueves, 14 de septiembre de 2023

DE A TRES



Esa noche eramos 3. No hizo falta decir nada, pactar algun tipo de regla o establecer qué se podía hacer y qué no.Nos ganó la calentura, el morbo.
La forma en que nos conocimos en ese tugurio nocturno de mala muerte pero de modicos precios en cuanto a bebidas, ya había quedado atras.
Las ropas volaron, los besos se repatieron como naipes en partes iguales y en un abrir y cerrar de ojos, no importaba de quien era esa mano o esos labios que me recorrían suavemente por la linea de la espalda o ese fuerte tirón de pelo.
Podia sentir igual placer con una boca, que con aquella.
Por qué no dejarne llevar entonces por las emociones y las sensaciones? Por qué resistirme si al verla retorcerce en mi boca me calentaba tanto como lo hizo ese mágico momento en que le dimos juntos placer oral a él. Fue mi cuerpo el que explotó al sentirlo atrás y dentro mío. Pude reconocer mi próstata celebrando el encuentro mientras mi miembro parecía una extensión suya y ella nos sentía a ambos juntos aunque era yo quien, arriba suyo y casi sin moverme, la tenía de frente y la besaba. Eramos uno siendo tres.




Las manos suaves y sus uñas largas se clavaban en mis nalgas, abriéndolas morbosamente para darle paso a su bombeo insesante y sus gemidos en mi nuca. Y fue ella quien podáa sentir en carne propia, cómo mi carne era más dura y grande dentro suyo a causa de esto.
Nos reiamos mientras vibrabamos. Nos besabamos enredando 3 lenguas, mezclando las 3 salivas. Yo sentía su humedad, más que humedad era cascada, que me corría por la entrepierna.
Fue en ese momento que ella se puso a mi lado y mientras el continuó su movimiento, ahora conmigo boca arriba, para ver tal escena en primer plano.
Se dedico a observar. Se dedico a acariciarme y a acariciarlo. Mi p1j4 penetraba mi mano m4sturbandome fuerte en cada embestida suya hasta que no pude contenerme más. Mi vientre se hizo agua, los chorros y los gritos invadieron todo. Una boca con rush despintado hizo el ultimo jugueteo absorviendo del envase el ultimo licor. Algo electrico invade mi cuerpo y nada termina. Acabar no fue la palabra. Me temblaban las piernas. Pero eso recien comenzaba. y, de minima, me quedaba lengua para rato.


viernes, 28 de julio de 2023

PATÍN ARTÍSTICO



Las manos danzan, bailan, celebran el encuentro de las pieles con la naturalidad que se mueven las patas del cisne abajo del agua para nadar.
Un chorro de aceite caliente lubrica aún más la sagrada pista para que el patinar de mis yemas sea prácticamente una ley de Murphy, algo que debía ocurrir. La caída desde el pecho hasta el abdomen se convierte en tobogán y mis palmas deslizan sin detenerse casi hasta tu pubis. Preludio a la laguna del paraíso a la que en breve este esbelto cisne ha de ir a beber y sumergirse hasta tener que salir a la superficie para no morir ahogado.




Con fuerza pero sin dolor, me meto por debajo de la curva de tu espalda a la altura de la cintura y puedo ver tu columna arquearse para darnos paso sin resistencia alguna y al compás de tu suspiro más hondo comienza a vibrar tu cuerpo furibundo.
Retirando esas garras de amor colérico contenido, sostengo tus caderas y sumo a esta danza sensitiva de yemas y palmas a mi lengua. Que subiendo la cuesta patina desde el monte de venus hasta tu plexo y se deja caer de nuevo para morir en tus ingles erizadas. No hay vellos, pero podría haberlos y mi lengua zigzaguearía entre cada uno cual gorrión moviéndose en el bosque.
Mi mano izquierda, la del cuore, se posa sobre el centro de tu pecho sintiéndolo latir alborotado, casi sollozante. Estamos ambos desnudos y danzando cada uno en su rol del momento. Poniéndome a tu lado una mano atrevida me encuentra y clava sus uñas en la piel de mi trasero que reposa sobre mis talones. Los jadeos cantan al unísono. Mi palma derecha desliza ahora sobre tus piernas y las recorre de pies a rodillas y de rodilla a rodilla pasando por tu vulva dinamitada de placer y empapada de lujuria para así seguir de largo hasta el otro pie mientras tus uñas se clavan aún más en mi carne candente y, perdoname, no es fácil contenerse ante tanto estimulo visual y táctil, de la punta de mi gl4nde cuelga una gota de deseo incontenible de vos.




Tus pechos erectos me invitan, tu cuello largo y terso empieza a pedir labios y mordiscos, tu frente se arruga mi pecho se agita, ay.
Es hora de seguir patinando, ahora a cuerpo completo, este patín artístico que recien empieza.

jueves, 27 de julio de 2023

AMERI-K INVITA

 

AMERI-K INVITA


No todo es sexo. ¿O sí?
Una noche de verano, el reconocido boliche porteño Ameri-k, fue mi recinto donde encontrar la música y la libertad de moverme a diestra y siniestra sin que nada me importe.
Creo que esa noche pasaba música un tal Aldo Haydar y fue fiesta de principio a fin.
Subido al parlante, a las tarimas, en la pista, en todos lados me dedique a cerrar los ojos y conectar con la música bailando.
La conexión fue tal que se ve que atraje miradas. Recuerdo bailar en sandwichito entre dos chicos, entre dos chicas, me reía con desconocides y hasta nos hemos pasado hielito de boca en boca vaya uno a saber con cuánta gente.


De repente, bailando en la punta del escenario, se me acerca una diosa total (o el alcohol me hizo verla asi). Ella, delgada pero no demasiado, curvilínea, morocha, bien maquillada, su rostro brillaba y tenía una estrella pegada en el pómulo. Pelo lacio, largo por la cintura, atado firme y tirante desde la cabeza y suelto abajo. Pollera bien corta y sexi y blusa blanca pupera. En otro momento me hubiese derretido de solo verla, pero tan concentrado en bailar, no la había visto.
Pero, sorpresivamente, ella no estaba sola.
A mis jóvenes 25 años, lo que sigue a continuación, conmovió cual sacudón lo que quedó de la noche, sino más aún.
Se acercó toda seductora, casi rozando sus labios carnosos con los míos. Mirada intensa. Violaba mi boca con su sola mirada. Entre en su juego, bailamos 5 minutos y como haciendo un gesto de afirmación, le dio paso a su amigo.
Sí, un flaquito de no más de 20/22 años comenzó a bailar con nosotros. Jean ajustado al cuerpo y remera a la moda.
El atrás, ella adelante, amagando a besarme todo el tiempo, jugamos un juego de seducción de a 3 que jamás olvidaré.
Después de un breve rato, y tras solo bailar, ella me encara y al oído me dice:
-"me muero por besarte, pero amigo también. Si lo besas a él, te juro que te como la boca."-
Ahí? Adelante de todo el mundo? ¿En el medio del escenario y con algún amigo hetero dando vueltas que pudiese ver?
Un calor volcánico recorrió mi espalda y me tome un minuto para pensarlo. A mí me gustaba ella...
Pero igual la propuesta generó mucho morbo.
En cuestión de un instante nos encontramos con él chapando cual novios en el primer mes de noviazgo.
Ahora, ella de atrás me apoyaba como si tuviese el más grande y bello arnés mientras bailaba y me besaba con él. Podía sentir sus besos en el cuello y sus manos en mi cintura. Juro que escuche los gritos de su grupo de amigos que estaban abajo del escenario y me sonroje como nunca. Mi pantalón se llenó de una erección brutal que él se dedicó a sentir de frente. En ese momento, la diosa en cuestión me toma de la mano y nos lleva lejos de ahí. Atrás de unas cortinas, en un especie de pasillo que hay al costado del boliche. Una vez allí, por fin, pude degustar esos labios suaves, dulces, pintados de rojo intenso y su lengua sabor a vino espumante.
Fue allí, sentados los tres que nos fundimos en choques de lenguas y labios y manoseos por debajo de la ropa. Aún recuerdo el miembro largo pero delgado de él, apoyándome de atrás cuando contra los asientos ella se puso como en cuatro esperando mi embestida.
Fue en ese momento que, sacando un preservativo de su bolsillo, me pidió que la penetre. Ahí bien a oscuras y a punto caramelo, pudimos sentirnos con solo correr su bombacha. Él, delante, sentado en el respaldo del sillón, nos dio su miembro en la boca a ambos y chupamos juntos hiper excitados. No sé cómo hizo para tener tan buen gusto. Bailando. Transpirados. Creo que se lavó antes pensando en lo que iba a hacer. Sino no hubiese podido hacer lo que hice. Pero no lo pensé y fue todo perfecto.
Duró poco, pasaban personas de seguridad cada tanto molestando e interrumpiendo los raptos de amor ajenos.




Pero pudimos seguir. Y mientras ella sostenía la complicada pose giro la cabeza y me pidió al oído que lo coja a él.
Como no complacerla? Si fue ella quien vino con una de las propuestas más bellas y osadas de mi vida.
Cambiamos el profiláctico, y con ella atrás acariciando mis testículos y mi cola, procedí al placer sin preguntar. Entre y salí de él con una mano en su cintura y la otra tomándolo del pelo. Los labios de ella y sus manos nos tocaban a ambos mientras agarraba el tronco de mi pene desde su base.
Ella nunca dejo de jugar. De dominar y dominarnos a placer y obtuvo cada morbo y gusto que se quiso dar para el lugar en el que ocurrieron las cosas.
Él, se masturbaba fuerte como para no perderse de poder acabar en caso que nos interrumpan.
Pero por suerte no pasó. Mi cola, expuesta totalmente, era manoseada por ella como quien amasa ñoquis. Sentía tanto placer que mi pene vibraba como eléctricamente dentro de su amigo que en un abrir y cerrar de ojos inundo la funda del sillón a puro grito ligeramente tapado por la música.
En ese instante y a punto de acabar, él se puso de frente a mi, se arrodilló, quitó el preservativo y me hizo explotar en su boca mientras ella miraba y acompañaba con sus intrépidos besos y lamidas.
Ni una gota derrame de mi placer fuera de sus fauces voraces.
Ni un poquito le dejo a las ganas de ella. Aunque, no había lugar a mucho más.
Nos acomodamos la ropa a carcajada limpia, sudados y desprolijos. Nos sentamos, nos besamos los tres cuasi románticamente, y ella me dice al oído: -"La próxima, te coje el a vos"-.
Jajaja! Que hdp!!! Otra vez una erección padre.
Que poder que tiene ésta mujer!!!

Pensé yo!

Lo malo?
No hubo una otra vez.
No pedí un número, no pedí un mail. Dormimos los tres.

O en realidad no.








Massage

Massage