lunes, 22 de febrero de 2016

DESPUÉS





Mi brazo flexionado descansa bajo tu cuerpo. Siento latir aún tu corazón, tu pulso.
Tu cabeza, mitad en hombro mitad en mi pecho, se desparrama como helado caliente casi fundiéndose con la transpiración en mi piel.
Tu pierna derecha flexionada me atrapa, me abraza, me retiene. Me ama con peso muerto sobre mis propias piernas. Tu rodilla hace el amor con mí sexo aún hecho agua.
Semi dormido, pero no, paso y me enriedo en el agujero que quedo dibujado entre tus muslos que siguen temblorosos y un pie te acaricia con sus dedos.
Nos abrazamos, fuertemente.

Mi mano acaricia tu pelo.
Lo disfruta como hace instantes disfrutó de su aroma mi nariz. Sólo cuando no bajaba por tu espalda, atrevido, en busca del final de esa linea mágica y que parece recta desde un angulo pero está tan llena de curvas desde otro, mí dedo anular patinaba sobre tu piel como un cisne sabe nadar en la laguna.
Si nos vemos de arriba cual espejo de hotel de paso, fantaseamos un nudo marinero hecho de cuerpos de amor! Indesatable, indescifrable, imposible de deshacer.

Entre nosotros quedan restos de una cena apasionada. Revoltosa. Un plato en el piso, una copa en la mesa de luz, una botella de vino blanco vacía que aún gotea y mancha un almohadón que habría volado por el aire.
Se huele en el aire, se siente el calor todavía de lo que fué ese momento de eclosión de cuerpos. De unión de almas. De amor eterno.

La luz de una vela encendida pero derretida casi al ras del candelabro, para incentivar aun más ese innecesario pero bello sentido que es la vista, le dan a la pintura ese toque cálido infaltable. Tu piel brila ante su luz como luna reflejada en el agua.
Parece que flotas. Parece que volas. Que volamos juntos.

Tu cuerpo desnudo en las penumbras es a la habitación lo que una tormenta a la sequía. Simplemente hermoso! Divino! Una gnialidad de la creación. 

Mágicamente los ojos se cieran, los latidos vuelven a su normalidad, la respiración ya no está tan agitada y nuestros sexos ya no estan mas hinchados, llenos de sangre, duros o mojados. Sólo están ahí, como siempre amandose. Como siempre cerca.
Como siempre, después…

Después del amor!

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